Andrés Nicolau, Espíritu y arte
Se clausura estos días la muestra “Espíritu y Arte”, una de las exposiciones temporales más interesantes llevadas a cabo en las salas del Museo Catedralicio de Segorbe y que ha contado con asistencia cercana a las tres mil personas. Promovida desde el cabildo catedralicio, con la figura al frente de su deán, Pedro Saborit Badenes, con la colaboración y patrocinio de Amics de l’Art Sacre, han sido más de tres meses ofreciendo al gran público uno de los pinceles más vanguardistas de la pintura de nuestra comarca, la de Antonio Andrés Nicolau, acompañada por los textos y versos de diversos autores reconocidos y personalidades, como el periodista Manolo Molés, José Vicente Torres, Zabala de la Serna, o el de los diversos miembros del grupo Arco Iris: Vicente Górriz, Fernando Herrero, Rafael Rubio, Miguel González, Pedro Jiménez Soria y el que suscribe las presentes notas.
La exposición ha inaugurado la presencia del arte moderno del siglo XXI en el museo, entre lo religioso y el paisaje. Además, ha sido la primera realizada desde las históricas muestras organizadas por Ramón Rodríguez Culebras, con maestros como el escultor rubielano José Gonzalvo o el pintor Gabriel Cantalapiedra. Bodegones, marinas, paisajes urbanos, fiesta nacional y fe, reunidos de una manera más homogénea de lo que pudiera parecer, han concretado una muestra dinámica y llena de colores, contribuyendo a mantener viva una de las instituciones más importantes y culturalmente ricas de la Comunidad Valenciana, con un patrimonio histórico-artístico de primer nivel.
De esta manera, el legado del Ecce Homo, una de las obras cumbres del artista, a los fondos del museo, contribuye a la plasmación de nueva obra religiosa en un tiempo de escaso encargo de piezas de estas características a grandes autores, uniendo su firma a la de maestros insignes del siglo pasado presentes con su obra en las paredes y vitrinas del Museo de la Catedral, como Ángel Andrade Blázquez (Ciudad Real, 1866 – 1932), Amat Bellés Roig (La Pobla Tornesa 1949), Enrique Bernad (Les Useres, 1922-Castelló,1994), Leonor Culebras, María Chenovart, Vicente Chuliá Mallol (Moncada, 1910), García Ferrando (Valencia, 1930), Antonio Marco Moles (Les Alqueries, 1929), Fernando Peiro Coronado (Alaquàs, 1932), Sebastián Planchadell Porcar (Costur, 1939), José Manuel Porcar Queral (Castellón, 1946), Francisco Puig Vicent (Castellón, 1934), Matilde Salvador (Castellón, 1918), Manuel Vivo Rius (valencia, 1925), Manolo Rodríguez o Luis Bolumar Santamaría (Peñalba, Segorbe, 1951).
El lienzo muestra la representación expresionista de la cabeza de Cristo tras el martirio, de expresión melancólica y triste, coronado de espinas, con el cabello largo y caído sobre los hombros, con pinceladas sueltas, de tonos ocres y amarillos, y amplio uso de la espátula en la aplicación de los colores. La pintura posee un fondo estructural, en base a una situación ordenada de masas de colores, recreando la realidad figurativa y espiritual de manera muy personal.
Y es que al igual que el tiempo, como espejo que refleja y promueve los cambios de estilo, así como las materias y técnicas propias de la interpretación, el arte va modelando nuevas expresiones en todos los campos, incluido el religioso. Centurias de plasmaciones que han configurado necesidades de culto y liturgia como patrimonio artístico propio de la cultura de nuestros pueblos. Un legado que, además de servir al fin primero para el que fue creado, también ejerce un enriquecedor servicio a la cultura, por su belleza y significado como creación esencial del hombre. En este sentido, además de preservar el gran legado de siglos, se ha de “promover y favorecer un noble arte nuevo de auténtica expresión religiosa y sagrada”, en palabras de Juan Pablo II, recogiendo los nuevos criterios estéticos de cada tiempo.
La pintura de Nicolau es fruto del continuo reto personal del autodidacta, preocupado por una superación permanente por alcanzar nuevas cotas de creación, en la dicción de nuevos lenguajes. Un maestro que, desde el abordamiento de todos los tercios pictóricos, ha definido su estilo adentrándose en una de las más complejas facetas del arte, la plasmación en tela del sentido del espíritu, como frontera de expresión más allá de lo estrictamente académico y técnico. Dibujo, empaste y comprensión desdibujada de lo figurativo, Andrés Nicolau, en la exposición del museo, ha ido más allá de lo simbólico, adentrándose en la frontera de la representación de lo sobrenatural, a través de la distorsión de la belleza y de la captación conmovedora de la imagen divina.
David Montolio